Situación política e
institucional de Mendoza en 1810
|
LA REVOLUCIÓN DE MAYO
En 1810 el
Virreinato del Río de la Plata se vio en una difícil encrucijada. Tres siglos
de dependencia de la corona española habían conformado la idiosincrasia de
los hombres que actuaron en los sucesos de mayo. Estos sucesos no fueron
fruto de la improvisación, sino consecuencia de un largo proceso de histórico
que fue madurando con los años.
Para
comprender la génesis de la revolución de mayo en nuestro país, es necesario
que nos traslademos en el espacio, hasta el viejo continente donde se
produjeron una serie de conflictos que determinaron finalmente el proceso de
revolución e independencia en los países hispanoamericanos.
Y que nos
traslademos también en el tiempo, debido a que debemos remontarnos hasta
finales de la revolución francesa, hacia el año 1808 cuando los sucesos
europeos influyeron también en los países hispanoamericanos.
Por un
lado, la monarquía española estaba encabezada por el rey Carlos IV, de la
familia Borbón, quien tenía un reinado
débil y con una serie de medidas que le habían ganado la enemistad de los
españoles.
Por otra
parte, la última etapa de la revolución francesa fue dominada por el general
Napoleón Bonaparte, quien luego de autoproclamarse Emperador de los
Franceses, comenzó a expandir su imperio por toda Europa.
Con el
propósito de invadir a Portugal, Napoleón Bonaparte solicitó autorización al
rey de España Carlos IV para cruzar por su territorio rumbo a Portugal, lo
que significaba un sometimiento ante las autoridades francesas, situación
ante la cual el rey Carlos IV accedió.
A raíz del
avance francés por el territorio español, sumado a la impopularidad del rey
Carlos IV estalló un motín en España, como consecuencia el rey abdicó a su
trono y nombró a su hijo y heredero, Fernando VII como nuevo rey de España.
Esta
situación de crisis interna en la monarquía española fue aprovechada por
Napoleón Bonaparte, quien en la ciudad de Bayona logró despojar de la corona
al legítimo rey Fernando VII que fue tomado prisionero junto a toda su
familia y designó como nuevo rey de España a su hermano José I Bonaparte.
José I
Bonaparte fue nombrado rey de España y de las posesiones de América, pero ni
los españoles ni los americanos lo aceptaron ni tampoco lo reconocieron como
rey. Sino que su legítimo rey era Fernando VII que estaba prisionero, de este
modo la imagen del rey víctima de perfidia de Napoleón se agrandó, tanto en
América como en España.
En mayo de
1808 se inició en España un verdadero levantamiento popular, debido a que los
españoles tomaron conciencia que su rey legítimo estaba prisionero y que estaban dominados por el imperio francés. Entonces comenzaron a formar juntas
representativas de gobierno en las ciudades o comunidades españolas, así se
formaron juntas de León, Valencia, Galicia, Asturias, entre otras.
Estas
juntas luego se unificaron en la Suprema Junta Central de Sevilla en 1809,
que tomó a su cargo el gobierno de España en representación del rey Fernando
VII.
Todas las
juntas españolas juraron fidelidad al rey Fernando VII como único soberano
legítimo y por cuyo regreso se comprometieron a luchar.
El
principio legal y jurídico sobre el cual se fundamentaron los españoles para
la formación de las juntas se basó en las ideas del Francisco Suárez que
afirmaba que la comunidad no enajena
sus derechos, si desaparece la legítima autoridad, la soberanía vuelve
naturalmente a la comunidad.
REPERCUSIONES EN EL RIO DE LA PLATA
Los
acontecimientos ocurridos en España entre 1808 y 1809 no tardaron en
difundirse en el Río de la Plata. Entonces el virrey Santiago de Liniers debía tomar una postura definitiva, reconocer y
jurar fidelidad al rey Fernando VII o aceptar al rey francés José I
Bonaparte.
El virrey Liniers, de origen familiar francés, se ganó entonces la
desconfianza de la clase dirigente y de los miembros del Cabildo de Buenos
Aires, quienes dudaban de su fidelidad a la corona española y temían por el
destino de estos territorios.
A esto hay
que agregarle que Liniers no había sido designado
por las autoridades españolas, sino por el Cabildo de Buenos Aires, después
de las invasiones inglesas.
A
principios de 1809, la Junta de Sevilla designó a Baltasar Hidalgo de
Cisneros como nuevo virrey del Río de la Plata, en reemplazo de Santiago de Liniers, que se retiró a Córdoba.
El nuevo
virrey Cisneros otorgó a los comerciantes ingleses ciertas facilidades para
la introducción de productos extranjeros, con el propósito de disminuir el
contrabando, pero también era una condición impuesta por Inglaterra para
ayudar a España contra los franceses.
EL AÑO 1810
En el
Virreinato del Río de la Plata se vivía un clima de expectativa al iniciarse
el año 1810. Debido a los hechos acaecidos en España: con la entrada de José
I en Madrid, la disolución de la Suprema Junta Central de Sevilla y la
formación de un Consejo de Regencia, que estaba seriamente amenazado. Las
juntas de España habían caducado ante la invasión francesa, solamente quedaba
en pie las comunidades de León y Cádiz, que fue donde se instaló el Consejo
de Regencia.
Todo
contribuía a formar la idea de que las colonias americanas estaban en grave
peligro, más aún cuando el año 1810 marcó el punto máximo del imperio
napoleónico, por lo tanto, el regreso del rey Fernando VII se veía como algo
imposible.
Las
noticias acerca de la total caída de España en poder de Napoleón Bonaparte no
sorprendió a los hombres del Río de la Plata, porque ya estaban al tanto de
los acontecimientos que sacudían a la península.
Por su
parte, el virrey Cisneros no ocultaba la realidad, sino que la expuso
claramente en una proclama dirigida al pueblo, donde manifestaba su deseo de
luchar por Fernando VII y contra toda dominación extranjera que llegara a
estos dominios y anunciaba también la
necesidad de no tomar ninguna determinación sin consultar a las provincias
del interior.
Esta
proclama del virrey Cisneros convocando a los vecinos a reunirse en un
Cabildo Abierto fue a aceptada por la clase dirigente y los miembros del
cabildo. Que repartieron 450 esquelas de invitación para participar el día 22
de mayo en un Cabildo Abierto para definir la situación.
De las 450
invitaciones solamente concurrieron 251 al Cabildo Abierto del 22 de mayo.
Allí se estableció que los invitados tenían total libertad para expresar sus
opiniones. Que no debían formarse bandos o partidos y que no se tomaría
ninguna determinación sin la consulta a los pueblos del interior del
Virreinato.
Las propuestas del
Cabildo que estuvieron en discusión
Además, se
cuestionaba el origen legítimo de la autoridad del virrey Cisneros, porque la
Junta de Sevilla que era quien lo había designado, en ese momento había
desaparecido, entonces también estaba en discusión si el virrey Cisneros
debía continuar en el gobierno o debía ser reemplazado por otra autoridad que
gobernara a nombre de Fernando VII.
Planteadas
estas discusiones se debía proceder a votar para tomar una resolución. Los
debates terminaron el día 23 de mayo y el resultado fue por mayoría que debía
cesar el virrey Cisneros en su cargo. Y el mando debía pasar a manos del
Cabildo de Buenos Aires, quien debía nombrar una Junta de Gobierno a nombre
del rey Fernando VII.
Es
evidente que muchos de los que asistieron al Cabildo Abierto del 22 de mayo
creían en la pérdida total de España en manos de Napoleón y tenían conciencia
del peligro que corrían las colonias americanas. De acuerdo con esto y
siguiendo las ideas de Francisco Suárez si desaparece la legítima autoridad, la
soberanía vuelve naturalmente a la comunidad. A la que Cornelio Saavedra le agregó Y
que no quede duda de que es el pueblo el que
confiere la autoridad o mando.
El 24 de mayo, el Cabildo resolvió designar
una Junta de Gobierno, conforme a
lo establecido por el Cabildo Abierto de día 22, que además habían pedido la
separación de Cisneros del gobierno. No obstante, la Junta del día 24 tenía como presidente a Baltasar H. de Cisneros.
Entonces,
Cisneros continuaba en el gobierno, no ya como virrey sino como presidente de
la primera junta de gobierno a nombre de Fernando VII. Algunas de los
fundamentos de esta medida eran la necesidad de no alarmar a las provincias
del interior y que esta junta gobernaría hasta que fueran consultadas las
provincias del interior, sobre la forma de gobierno más apropiada.
Apenas
conocida la constitución de la Junta de Gobierno, comenzó a agitarse el
ambiente, en contra del poder que estaba tomando el Cabildo, que decidió sin
consultar al resto sobre los destinos políticos. Entonces, comenzó una
conmoción con descontento en los cuarteles. Porque la gente de armas no aceptaba una junta donde estuviera la persona
del ex virrey Cisneros, sumado a Saavedra y Castelli que también se opusieron
a esta junta y exigieron la formación de una nueva.
El Cabildo tuvo que ceder y el día 25 de mayo
procedió a la formación de una nueva Junta denominada Junta Provisional
Gubernativa, denominada así hasta que fuera reconocida por
todas las provincias del interior. Esta Junta se propuso conservar íntegra esta parte de América y
guardar obediencia con el rey de España, Fernando VII, sus legítimos
sucesores y guardar las leyes del reino.
Así, el
día 26 de mayo la Real Audiencia, el Obispo y los eclesiásticos, el Cabildo,
los distintos cuerpos militares y demás instituciones prestaron juramente de
obediencia ante la Junta.
Esta Junta
Provisional Gubernativa, el día 27 de mayo envió una circular a todas las
provincias del interior pidiendo que eligiera un Diputado, que debía viajar a
Buenos Aires para incorporarse a la Junta de Gobierno.
Situación Institucional de Mendoza
Desde la
instalación efectiva de la Real Ordenanza de Intendentes del Río de la Plata,
en agosto de 1783, Mendoza se incorporó como Provincia Subalterna a la
Gobernación Intendencia de Córdoba del Tucumán, junto con las provincias de
San Juan, San Luis, La Rioja y Córdoba, que era la capital de la Intendencia. La máxima autoridad de gobierno en Mendoza
recayó en el Subdelegado de Real Hacienda y Guerra, con ejercicio de las
causas de Hacienda y Guerra, mientras que el Cabildo asumió también nuevas
funciones con el desempeño de las causas de Policía y Justicia, que debía
ejercer en la jurisdicción de la provincia subalterna.
El 27 de
mayo la Junta Gubernativa de Buenos Aires dirigió las provincias del interior
una Circular que afirmaba que los Diputados electos se irían incorporando a
la Junta de Gobierno, conforme y por el orden de su llegada a la Capital, es
decir establece la incorporación de los representantes locales al gobierno ya
constituido.
El
Cabildo de Mendoza mantenía su existencia desde 1561, estaba integrado por Joaquín de Sosa y Lima,
Alcalde de 1º voto, Manuel José Godoy y Rojas, Alcalde de 2º voto y otros
funcionarios como Bernardo Ortiz, Jacinto Espínola, Francisco J. Correa y
Juan Francisco Cobo, que era el único funcionario español que integraba el
cuerpo capitular.
Llegan las primeras noticias desde Buenos Aires
Las
primeras noticias de los sucesos ocurridos durante el mes de mayo en Buenos
Aires y la constitución de un nuevo gobierno desempeñado por la Junta
Provisional Gubernativa llegaron el 6 de junio de 1810 de manera extraoficial
por un particular que venía desde Buenos Aires y dio a conocer estos
acontecimientos al Subdelegado Faustino Ansay.
El 13 de
junio de 1810 llegó a Mendoza el Comandante de Fronteras Manuel Corvalán procedente de Buenos Aires portando dos comunicaciones oficiales, que
de inmediato entregó al Cabildo de la ciudad. La primera comunicación oficial
fue enviada por el ex Virrey Cisneros informando sobre el acontecimiento de
los últimos hechos que terminaron con su deposición y aconsejaba el
acatamiento de los pueblos por la Junta de Gobierno de Buenos Aires; la otra
fue enviada por la Junta Provisional
de Gobierno a nombre del rey Fernando VII que se había instalado en Buenos Aires
el 25 de mayo de 1810 y solicitaba a los mendocinos que enviaran un Diputado
representante para integrar el nuevo gobierno, lo cual significaba reconocer
y adherirse al nuevo gobierno constituido en la capital del Virreinato del
Río de la Plata.
Al día
siguiente llegaron también noticias provenientes del Gobernador Intendente de
Córdoba, Gutiérrez de la Concha, pidiendo no reconocer al gobierno de la
Primera Junta constituido en Buenos Aires “ordena
el Gobernador no se le preste obediencia a la Junta por ser abusivamente
instalada” y solicitaba que Mendoza enviara tropas hacia Córdoba, con el
propósito de oponerse al movimiento revolucionario.
Actitud de la clase dirigente en Mendoza
Como
consecuencia de estos acontecimientos en Mendoza las opiniones de las
autoridades estaban divididas, entre dos grupos claramente identificados con
intereses políticos, económicos y sociales propios. Por un lado, se
encontraban aquellos que decidían apoyar a Buenos Aires, reconocer como
máxima autoridad a la Junta Provisional de Gobierno y enviar un Diputado
representante de la provincia para integrar el nuevo gobierno, evaluando que
era más conveniente, por razones económicas y políticas, estar separado de la Gobernación
Intendencia de Córdoba y lograr la autonomía tan ansiada de los mendocinos
respecto a las autoridades centrales. Esta posición contaba con el apoyo de la mayoría de los miembros del
Cabildo. Por otro lado, estaban quienes decidían seguir unidos con la
Gobernación Intendencia de Córdoba del Tucumán, enviar el apoyo que pedía el
Gobernador Intendente y desconocer a la Junta Provisional de Gobierno de
Buenos Aires, este sector estaba liderado por las máximas autoridades de
Mendoza, el Subdelegado de Real Hacienda y Guerra -Faustino Ansay-, el Tesorero -Domingo de Torres y Harriet - y el Contador Real de Hacienda -Joaquín
Gómez de Liaño.
Convocatoria a un Cabildo Abierto
Esta
situación se decidió convocando para el día 19 de junio a un Cabildo Abierto,
que se postergó. El 23 de junio de 1810 se reunió un Cabildo Abierto
Extraordinario con la presencia del Subdelegado de Real Hacienda y Guerra,
del Tesorero, del Contador, de las autoridades militares y de 46 vecinos
incluidos los funcionarios del Cabildo. El Cabildo Abierto decidió reconocer a la Junta de Gobierno de Buenos Aires como máxima
autoridad.
Las
razones que defendían los mendocinos contra la dependencia de Córdoba eran
especialmente económicas y políticas, cuya dependencia los perjudicaba
notablemente desde que Mendoza perdió la hegemonía sobre las provincias de
Cuyo y quedó como provincia Subalterna. Dos días después, un nuevo Cabildo
Abierto designó a Bernardo Ortiz como Diputado representante de la provincia
para incorporarse al nuevo gobierno, aunque no pudo asumir sus funciones
porque al poco tiempo falleció. Esta decisión adoptada por el Cabildo Abierto
de Mendoza ponía a la provincia en confrontación directa no sólo con los
funcionarios españoles y delegados del gobierno de Córdoba sino también con
la misma Gobernación Intendencia de Córdoba, ya que al adherir a la Junta
Provisional de Gobierno de Buenos Aires se desvinculaba de su dependencia
jurisdiccional.
El
Subdelegado de Real Hacienda y Guerra de Mendoza, Faustino Ansay fue quién debió comunicar oficialmente la decisión
al Gobernador Intendente de Córdoba, de lo acordado días antes en el Cabildo
Extraordinario. Al mismo tiempo, los
miembros del Cabildo de Mendoza temiendo una reacción armada o el inicio de
una contrarrevolución por parte de los funcionarios españoles decidió el
reemplazo de Faustino Ansay como Comandante de
Armas y designó en forma provisoria como nuevo Comandante de Armas a Isidro
Sáenz de la Maza.
Faustino Ansay y sus
seguidores planearon un último intento de levantamiento al tomar el Cuartel
de Armas el 29 de junio, apoderarse de las mismas y reunieron a más de 200
soldados, ante la presión de algunos funcionarios del Cabildo y la actuación
mediadora del clero, los rebeldes depusieron esta actitud, como resultado de
la mediación y de las deliberaciones se firmó el 1 de julio un convenio entre
Faustino Ansay y el Cabildo de Mendoza por el cual
decidieron en forma conjunta reconocer que si bien había diferencias de
opiniones entre ambos, éstas no eran tan insondables como para llegar a un
enfrentamiento total; que Faustino Ansay quedaba
repuesto en su cargo de Comandante de Armas, que era necesario asegurar la
paz para el bien de todos; que lo mejor era compartir el gobierno entre ambas
instituciones, para evitar mutuas desconfianzas; que este gobierno surgido de
la unión de ambas autoridades, no era legal ni estaba dentro del sistema
español, debía cesar cuando se resolviera la misma suerte para todo el
virreinato. Todos los hechos quedaban supeditados a lo que sucediera en
Córdoba, donde estaban próximos a llegar tropas enviadas desde Buenos Aires
para poner fin a la contrarrevolución.
Designación de un Teniente Gobernador
La disputa
de los mendocinos se vio complicada con el nombramiento del coronel José
Moldes como Teniente Gobernador y Subdelegado de Real Hacienda y Guerra de
Mendoza, por parte de la Junta de
Buenos Aires el día 26 de julio de 1810, con ejercicio efectivo de las cuatro
causas y subordinado por derecho a la Gobernación Intendencia de Córdoba.
Este nombramiento sirvió para que los mendocinos comprendieran rápidamente
que su adhesión a la causa de Buenos Aires no significaba de ninguna manera
el cambio de situación y dependencia.
El
nombramiento del coronel Moldes como máxima autoridad fue mal visto por la
clase dirigente mendocina al considerarse a la provincia de Mendoza en la
misma condición de provincia Subdelegada que tenía desde 1783, el gobierno
del coronel José Moldes a pesar de sus buenas intenciones políticas y su
dinámica obra de gobierno, no contó con el apoyo de la clase dirigente
mendocina, que asida a una gran desilusión pensando que la provincia
encontraría una mayor posibilidad de justicia, progreso y solución a sus
aspiraciones. A comienzos de 1811 el
teniente José de Moldes fue relevado de su cargo. Al retirarse entregó el
mando político y gubernativo en el Cabildo de Mendoza y el mando militar en
el Comandante de Armas, Francisco Javier Martínez de Rosas.
Nuevamente
el Cabildo de Mendoza convocó para el 22 de setiembre de 1810 a una nueva
elección para elegir un Diputado, en reemplazo del fallecido Ortiz, resultó
elegido por mayoría el licenciado Manuel Ignacio Molina.
A modo de conclusión:
La Junta
de Gobierno surgida por la revolución de mayo de 1810 mantuvo en las ciudades
capitales a los Gobernadores Intendentes y en las ciudades subordinadas
designó Tenientes Gobernador en el ejercicio de las cuatro causas, en
reemplazo de los Subdelegados de Real Hacienda y Guerra, lo que implicó un
cambio de denominación y no de competencias o funciones. Los gobiernos
revolucionarios surgidos desde mayo de 1810 en adelante, respondiendo a las
aspiraciones de los pueblos en el ejercicio de su soberanía, constituyeron
nuevas provincias en los límites de las ciudades coloniales y sus
jurisdicciones, a partir de la disgregación de las antiguas provincias
integradas a través de la vigencia de la Real Ordenanza de Intendentes.
|